Por Benito Camelo
Este lunes, como si se tratara de una noticia de sátira política, los cigarros cubanos, históricamente famosos por su sabor y calidad, han encontrado un nuevo hogar: la Bolsa de Valores de Nueva York. Sí, amigos, en un país donde los cigarros son más escasos que un huevo de gallina en la libreta de racionamiento, ahora se encuentran en las carteras de los inversionistas estadounidenses.
La noticia llegó como una bofetada de realidad a los cubanos, que ya no pueden fumar sus "Populares" sin sentir que están gastando el salario de un mes. Imagínense, una caja de "Popular", antes accesible, ahora cuesta la friolera de 2000 pesos, mientras las pensiones de los abuelos apenas llegan a los 1500 pesos. Es decir, si un jubilado quiere darse el lujo de fumar, podría tener que vender su casa por tabaco.
La cotización de los cigarros en la Bolsa de Nueva York ha sido toda una revelación. Los analistas financieros, vestidos con trajes más caros que la economía cubana, han estado observando cómo los precios de estos humos se elevan, lo cual refleja no solo la inflación en la isla, sino también la desesperación de un pueblo que necesita su dosis de nicotina. "Es un mercado de la escasez", comentó un economista, probablemente mientras disfrutaba de un Cohiba en su oficina con aire acondicionado.
En La Habana, la noticia ha sido recibida con una mezcla de humor negro y resignación. "Ahora fumar es un deporte de lujo", dijo un joven mientras miraba con nostalgia la última cajetilla de cigarros que podía permitirse. En las esquinas, donde antes se compartían historias y cigarros baratos, ahora solo se intercambian anécdotas de cómo era la vida antes de que los cigarros se convirtieran en un activo financiero.
El gobierno cubano, en su infinita sabiduría, declaró que esta es una oportunidad para "internacionalizar" la economía. "Venderemos nuestro humo a Wall Street", dijo un funcionario, tratando de mantener la cara seria mientras su propio cigarro se consumía más rápido que la paciencia de los cubanos. Pero, en el fondo, todos saben que esto es solo otra manera de sacar dólares de la isla, mientras los ciudadanos ven cómo sus vicios se convierten en bienes de lujo inalcanzables.
Los inversionistas, por su parte, están encantados. "Es como invertir en arte; el valor solo puede aumentar", afirmó un corredor de bolsa, sin comprender que para los cubanos, el arte de fumar se ha convertido en una tragedia cotidiana.
En un mundo donde los cigarros cubanos, símbolo de la cultura y la resistencia, han pasado de ser un placer asequible a un símbolo de la nueva economía de la escasez, ¿será que el próximo paso es cotizar la nostalgia? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, en Cuba, los cigarros siguen siendo un recordatorio caro de tiempos más sencillos.
¡Fúmenlo mientras puedan, porque ahora, fumar es un deporte de alto riesgo y alta inversión!